lunes, 30 de agosto de 2010

Por algunas noches...


Por algunas noches...

Noches obsesionadas, por el hambriento dolor, de la apatía, generada en la indiferencia de su mirada, que en profundos y oceánicos ojos, aún en la distracción todo lo observan y nada de mi hay en ellos. Tan celosos mis sentimientos, hacen que vagamente quiera reaparecer en la turbia realidad, que atormenta en cada ocaso de lágrimas secas.

Cuanto más quisiera que su mirada acariciase mis ojos, solo una vez; tan solo una remota vez, para que así, desolado corazón pudiese latir como el suave trote de caballos que osados y libremente recorren las tierras de la pasión, y con el heroico desenfreno de vivir ¡Libres! Libres como el propio aire que los revitaliza en cada paso.
Tan dulce y hermosa… ¿Cómo encontrarte, acercarme? No es que me falten palabras; mi aliento no se atreve a cortar el aire que el aroma de su piel invade.
Con admiración me inclinare algún día, antes los encantos de tal mujer, que solo de amor me hará esclavo.
Al viento, quiero susurrar mi amor, para que lo deslice a sus oídos. Al mar gritarlo, para que su sola presencia lo magnificase. Al infinito universo, develaría tu beldad, para que éste la perpetúe.

Resplandor de mañana cálida

Que dislumbra incesante belleza;
Desfallece ante vuestra pérdida,
Y renace contigo mi dicha.

Brilla, mi alma, con toda entereza,

Al momento, que dulce mirada,
De sus ojos, en mí, se han posado.
Hoy aguardo, por besos de labios,

Ya mojados con néctar del suave

Y cabal miel rocío del alma.

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