jueves, 19 de agosto de 2010

Debates entre la mente y el alma

Debates entre la mente y el alma

A veces me asomo, por momentos, casi transeúntes a la ventana. Finalmente me detengo frente al insignificante muro de cristal. Mis ojos, sombrías formas circulares, frente a todo aquello que no puede ocultar la transparencia; la mirada, una lúgubre pérdida en el espacio que apenas forma parte en el universo infinito. Sin embargo, no dejo de ser parte de un equilibrio de limbo material. ¿Qué distrae a alguien, frente a una ventana, sin cortinas, frente a una calle por donde nadie pasa?
Me sumerjo en el vacío de querer estar solo. A todos digo "Quiero estar solo", mientras mi alma grita ¡BASTA!. Grito en silencio, por una condena de autosometimiento. La soledad, el solitarismo, es un dolor con el cual ingenuamente creemos disfrazar pasados sufrimientos.
Aun así no de jo de recordar. El sufrimiento es doble. O sea me siento doblemente imbécil.
¿Alguna vez se imaginaron una conversación entre la mente y el alma?

-¡¡¡BASTA!!! es hora de comenzar a amar... de sentir el mundo como lo sentimos al nacer... como lo sentimos al dar nuestros primeros pasos en el... como lo sentimos la primera vez que un abrazo nos lleno de gracia!
-Nada de estupideces mundanas - dice la mente- el pasado es una ecuación que jamas nadie comprenderá responder, ya que los términos dejaron de ser valores sustanciales en el momento que fueron absorbidos por el recuerdo.
- Pero, el recuerdo del ayer vivido, es quien nos dice quien somos hoy, el porque sufrimos y como hemos llegado a comprender lo que es querer amar.
- El pasado nos tienta a perder el presente, a vivir esclavos, es quien nos ata estas pesadas cadenas que no permite separar lo suficiente nuestros brazos para alcanzar el prospero futuro.
-Pero ¿si no logramos comprender el por qué del sufrimiento cómo podemos lograr prosperidad? Las cadenas las pones tu! con el absurdo de que hay otras prioridades mas importantes que la necesidad de amar y ser amados, maldito capricho racional! Dices que con ecuaciones resuelves todo porvenir... intenta, entonces, resolver el por qué este cuerpo que habitamos pierde la habilidad de ponerse en pie, cuando esta tan lejos de algo tan simple como un abrazo.

Ahora bien... ¿cómo habría respondido la mente?
Tal vez otro día lo termine... alguna excusa se me ocurrirá.


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